Cuando sentimos un miedo intenso que nos paraliza e inmoviliza puede ser una señal puntual que nos indique una amenaza externa o estar relacionado con un suceso del pasado. Si estas sensaciones se repiten en el tiempo y ante situaciones que no son peligrosas (otras personas lo vivirían con normalidad), podríamos decir que existe una fobia.
Hay muchos tipos de miedos y fobias, cada persona las vive con mayor o menor intensidad, y le afectan de diferente forma en su vida. Estas nos limitan en nuestro día a día como miedo a volar, a subir a un avión, un autobús o un coche, a la separación de un ser querido, a trabajar en un entorno laboral con mucha gente, a la enfermedad y vejez, a la muerte…
Las fobias más comunes serían:
- Fobia Social: Miedo a la interrelación con otras personas.
- Agorafobia: Miedo a los espacios abiertos. Por ejemplo miedo a salir a la calle.
- Claustrofobia: Miedo a los espacios cerrados. Por ejemplo miedo a estar encerrado en un espacio pequeño sin ventanas.
Pero hay otros miedos que simplemente aparecen, como miedo al miedo. Se viven como terrores inespecíficos, un ejemplo sería el miedo a desmayarse o ahogarse; o se viven con una gran ansiedad y angustia llegando a la taquicardia y falta de oxígeno por hiperventilación.