Los síntomas que experimenta una persona que ha sufrido un trauma son variados y dependen del tipo del trauma, la edad cuando ocurrió, la intensidad, la frecuencia, las habilidades personales para superarlo, los apoyos recibidos, la percepción social de esa situación crítica. Si presentas tan solo la mitad de los síntomas descritos ya indicarían que hay una alteración producida por un Trauma, se recuerde este o no.
Re-experimentación del suceso: Vivimos como si volviera a ocurrir, muchas cosas nos recuerdan al trauma, lo revivimos en nuestra mente, lo soñamos y hacemos un intento por bloquearlo. Nos produce mucha angustia, ansiedad aguda, miedo, pánico.
Evitación: Tendemos a huir de los recuerdos y sensaciones físicas del pasado y de todo aquello que en el presente nos produce ansiedad, recluyéndonos y cerrándonos para no revivirlo. Y/o bloqueamos nuestros pensamientos y emociones, para no recordar el trauma. Somos como robots sin expresión, en una vida que nos parece gris.
Disociación: Vivimos como si fuera un sueño y no hubiera pasado nada traumático en nuestra vida. Tenemos la sensación de flotar, de irrealidad… Sentimos un bloqueo emocional, otras veces es como si las emociones no me pertenecieran. Nos sentimos divididos, hay un Yo profundo que nadie conoce y sufre, un gran vacío interior. Nos ponemos una máscara para relacionarnos con el entorno.
Alteración del estado de ánimo y a nivel mental: Muchas veces llegamos a olvidar el trauma aunque los síntomas y las consecuencias no desaparecen. Otras olvidamos parte del suceso. Tenemos creencias o expectativas negativas y exageradas sobre nosotros, las personas que nos rodean o la vida en general, con angustia en el presente o ante el futuro. Ejemplo: Estoy mal, No puedo confiar en nadie, El mundo es muy peligroso, Tengo los nervios destrozados, La vida no tiene sentido, El suicidio sería una salida. No lo voy a poder soportar… Vivimos en un estado emocional negativo persistente, con constante miedo, terror, enfado, culpa o vergüenza, desapego, necesidad de autocastigo… Y por otra parte nos resulta difícil experimentar emociones positivas como felicidad, satisfacción, sentimientos amorosos… los cuales los vivimos como falsos o irreales.
Activación constante de la alerta y reacciones desproporcionadas: Vivimos en alerta constante, sentimos muchas amenazas, puede ser ante cualquier cosa o sensación interna. Actuamos de forma impulsiva, irritados, con furia, agresión verbal o física contra personas u objetos, de forma exageradamente desproporcionada para la situación. Estamos en estado de Hipervigilancia constante. Nos sobresaltamos muchas veces de forma exagerada. Tenemos problemas de concentración, olvidos de citas, tareas o equivocaciones. Problemas de alteración del sueño.
Muchos traumas ocurridos en la infancia como el abuso sexual, han dejado un enorme impacto a nivel neurológico, emocional, mental y físico que ha provocado en la edad adulta innumerables problemas.
Enumeramos algunos como podrían ser:
- Problemas alimentarios, anorexia, bulimia.
- Dislexia y pensamiento cruzados.
- Dificultad para poner límites y decir que No.
- Alerta, hiperactivación y ansiedad aguda cronificada.
- Angustia y vacío interior.
- Asco ante situaciones que recuerdan aunque sea mínimamente el abuso, o también puede haber una hiperexcitación y búsqueda de sexo o dolor.
- Culpabilidad.
- Sentimiento de no ser válido/a, capaz, bueno/a, puro/a.
- Sentimiento de desprotección, abandono, rechazo profundo.
- Autocastigo como darse atracones, insultarse y humillarse, hacerse cortes, pensamientos e ideación suicida.